viernes, agosto 25, 2006

Fantasmas...(Madrugada de Agosto)







No se que será, serán tus ojos, tu pelo, tus zapatos llenos de mostacillas de colores, será tu hablar tranquilo, serán tus manos o tu cuello, será tu abrazo, serán tus cejas casi invisibles, será tu frente, será que me enamore de alguna manera rara, será que me da miedo, será que es demasiado tarde, será que ya no vienes, será el sabor amargo que tomaron los tallarines será el duro hollejo de los porotos, será el te que ya no se endulza ni con miel, será tu sombra encerrada en estas cuatros paredes, será la lagrima que me acompaña al entrar a la cocina, será lo extraño de tu nombre cuando suena en mi pobre boca, será tu olor que se adueña de mi sentido, será que quisiera verte aquí todos los días, será que eres una mujer del mundo, será la envidia que siento por tus amigos, será que me dan ganas de ser mejor, será que daría la vida por velar tus sueños, será que me gustaría verte riendo entre mis brazos, será que me gustas, será que vives cinco pisos mas abajo y por mas que me doy vueltas no apareces, será tu mano en mi pelo, será que me arrepiento de no decir que te amo cuando te subías al ascensor, será que hasta el gato pregunta por ti y yo me siento como un imbecil al sentir que pierdo lo que nunca he tenido.

miércoles, agosto 23, 2006

Cuento


Cucharita de Plata

La única cucharita de plata de la casa era agitada con clara vehemencia por mi abuela, era el momento justo para ocuparse en algo, sea lo que sea; recuerdo que mi madre tomaba su sombrero de paja y decía: “que lindo día para jardinear”, y se encerraba en la pieza. Mi hermana mayor recogía la loza después del desayuno, y se perdía detrás de la cortina en la cocina, y la voz de mi abuela era tapada por el ruido del agua golpeando las sartenes y los platos.
Era el momento justo en que una mano arrugada y cálida me tiraba los cabellos con una fuerza de tiempo ya gastado. Sin mucha resistencia salía con la abuela al patio y ella hablaba de su desdicha, que la seguía como niño inconsciente por el campo de su pasado. –Como me sigues tú hoy, tu padre me siguió ayer-. Era para mi un poco despreciable semejante comparación, sabiendo muy poco de mi padre, unos dicen que era un buen hombre, y otros, sobretodo en casa, preferían no hablar de semejante ser humano.
Creo que escuchar a la abuela sentada en el jardín con la cuchara de plata apretada en la mano, como el último recuerdo palpable de su vida, con la mirada perdida en el horizonte y su voz gastada y enredada en el tiempo, hacían de ella un ser casi único. En todo sentido, todo lo que ella había escogido en esta vida: sus amigos, sus amantes (por que hay que dejar claro que la abuela no se casó nunca, pero se separó varias veces); sus cucharas de plata y hasta su hijo, ya no estaban. Sólo eran recuerdo de algo que su mente transformaba en historias sin finales ni comienzos, donde los personajes eran personas extrañas para todos, donde mi padre se confundía con sus amantes y tenía la personalidad de un niño, el cual sentía ser yo. Me gustaba cuando hablaba de él como si fuera yo, me gustaba cuando me enredaba en personalidades extremas, como su último amante, don Policarpo Sánchez, un hombre grande de campo que tenía un caballo loco, negro con blanco. Dicen que tenía al diablo adentro, pero yo creo que el único diablo que tenía era mi abuela, que lo golpeaba cada vez que llegaba borracho y con ganas de sentirse cerca de ella. Pero ella se hacía la difícil, siempre decía que había que hacerse respetar. Cada vez que decía esto, me miraba fijamente a los ojos y dejaba pasar algunos minutos para seguir hablando...
Recuerdo el campo verde y un sol de septiembre calentando las cabezas y la tierra. El murmullo de su voz dejó de resonarme en los oídos... Con el paso del tiempo no recuerdo su cara ni su color de ojos, ni me acuerdo de la historia que me contaba ese día, esa historia que, como muchas otras, no pedí escuchar pero me entregaba con diversión infantil a su lengua de lápiz, esperando aquel final nunca dicho. Eso era algo usual en ella, pero de aquella última historia me queda el recuerdo de la cucharita de plata chocando contra el piso de la casa, como el final de un libro viejo, ese sonido inscribible, pero que en la lengua de la abuela era sol, agua y viento.
La cucharita de plata ahora revuelve el té de mi mesa. No sé si ella soltó a la abuela, o si fue viceversa. Pero extraño algo de aquellos tiempos, quizá sea el sentirse parte de algo, del hogar, ser los oídos de los que tienen boca para hablar y cucharitas de plata para apretar la vida que se va.

Un poco más de lo mismo...




Blasfemia

No se que decir...no se como pensar...
Será la abundancia de maldad
O la ignorancia de placer...
Algo pasa por mí, que no me deja ver
Algo extraño como un café con leche
O mas extraño aun beber cerveza con pisco
En lugar de tomarme un mate con leche...
Decisiones…por que prefiero estar lo más lejos de ti
Cuando duermo contigo.
No busco justificaciones
Ni mensajes claros en mi andar
Ni pienso vivir toda la vida
Si me paso la vida bebiendo
Creo firmemente en el presente
Y eso me da la humillante y cobarde
Atribución de no cree en nada...
Le juego chueco al destino
Le rezo a dios pidiendo su muerte
Llamo al diablo para ofrecerle un baso con agua bendita
No me crean, no me quieran,
No me aguanten, por que...
Quiero que sean yo
Tratando de odiarme


Ahora

Y ahora que no hay nadie para escucharme
Las palabras brotan como margaritas en primavera
Como pisco sauer para el sol...
Y siempre te cuido el sueño
Que bella profesión velador de sueños,
Pero como cuidarte si me quiero ir
Como tocarte con mis manos
Si quiero ser polvo en las estrellas
A veces te hecho la culpa de alguno que otro
Desaire del destino
De irme cuando vienes llegando
O de ser lo que soy
Ahora que te tengo
Ahora que aun te recuerdo...

Mi pobreza

Hoy sólo tengo 3 cigarros,
La mitad de un vaso con alcohol,
Una soledad que tapa con su gran vestido
Todos los rincones de la casa...
Ni medio pan para la once
Y no quiero pensar en el desayuno.
Hablo con los pinceles
E insulto a las telas vacías,
Vomito sobre mi cuaderno
Incoherencias de lo humano...
De repente pensé en ser yo,
Con miedo a lo desconocido
Me levanté, con mi cara más mía,
Pisé el suelo con los pies descalzos,
Abrí la ventana y la lluvia entró como estampida,
Mojándome el cuerpo seco de sueños,
Mi pelo sucio y mi pobre barba
Se hacían una sola a la altura de mis sienes;
Por primera ves mi corazón y mis pulmones
Bailaban bajo el mismo swing,
Me miré al espejo
Y noté que mis dientes aún estaban firmes,
No por mi pobre dedicación
Sino por mi juventud,
Miré mis manos grandes
Y me creí perfecto,
Me reconocí como ser vivo,
Con miedo y desconfianza.
Traté de leer mis ojos,
Pero creo que ellos leyeron mi reflejo.
Fue en ese momento
En el que perdí la brújula
Que llevamos todos
A la altura del ombligo,
Olvidé hasta mi nombre
Y me reí a carcajadas
De ese ser que compartía el baño conmigo
Frente al lavamanos,
No me importaron sus lágrimas,
La confianza volvía a mí
Me apreté fuerte el nudo de la corbata
Y dejé a aquel pobre ser
Sólo, entre sus pinceles...


Mujer

Tú, mujer de pálida belleza
Y amplia sonrisa
Me extiendes tu mano
Como la tierra se extiende para la semilla
Yo descuidado
Con olor a alcohol y tabaco
Rehuyo sin entender
La lógica de la vida
Que me tocó ser palpitar
El invierno se alargó cada día
Y eso a mí me agrada.
Porqué mujer prefiero el frió
al calor de tu pecho?
No se porqué espero de ti la respuesta
Que mastico entre mis dientes
No se porqué hoy
Estamos frente a frente.
Dime mujer
¿Por que detienes tus grandes ojos
en mi pobre senda?
No ves que tengo miedo
De dañarte con mí pobre abrazo
¿Acaso no ves que el verde jardín de mi alma
Se ha vuelto desierto?.

Cotidianos

Cómo explicar la quebrazón de cristal que ocurre en un abrir y cerrar de boca, como el viento frío que calma, pero que a la vez mata a aquellos que no encuentran refugio; como el sol que hace sudar a cada paso y te da cáncer a cada rayito; como un agujero que revienta a tu paso más firme... cómo seguir esperando cuando no queda nada para recibir, y eso sería lo de menos, si me quedara algo para dar... Pero se hace difícil caminar, respirar y abrir los ojos en la mañana, ponerse de pie para una nueva batalla cuando la guerra ya se ha perdido... extraña sensación provoca hoy en día el alcohol en mi garganta, ya no me refresca, ya no me re-esperanza con la fuerza del goce cotidiano, con el Vaivén de mis pasos embriagados... hoy las flores no son más que flores, los besos no son más que besos, el amor no es más que un recuerdo y el recuerdo no es más que el olvido no olvidado.
Paredes por aquí, paredes por allá, la revolución se hizo sistema, y el sistema se hizo colchón de algunos, se hizo comida para algunas mesas, se hizo educación para algunos hijos de la revolución... Me confundo en mis quimeras mojadas, con utópicos sentimientos de blanda humanidad, y todo esto se mezcla con la dureza de mi abrazo, ya torpe por el paso de nada... “aquí no ha pasado nada”... o tal vez no se han llevado nada... confusión tras confusión, primer paso del delirio.
Ya no hay tiempo ni ganas para ser mejor, no hay conexión con el mundo de los demás, ya no quiero que me ayudes, porque yo no te ayudo más, y con esto me rehundo más y más... a estas alturas de la batalla ya me da igual.
Me siento al medio del campo de batalla y me pongo a llorar, arranco las flores que las bombas de tu boca no pudieron arrancar, me siento ganador cuando gana mi enemigo, cuando con su lanza atraviesa mi corazón, mi grito de dolor se pierde entre su grito de gloria triunfante, anhelante...
Continuar y continuar, la vieja maldición del escritor sin educación... del amante sin besos ni sexo, a mendigar como el alcohólico que no tiene efectivo...

lunes, agosto 21, 2006


Ciertas cosas.

Quizás simplemente ya no sea tiempo,
A veces las cosas se mueven
En un tiempo distinto, por decirlo
De algún modo
El sol cuyos rayos nos hace mirar el suelo
Es para otros como la miel
De la reina de las abejas.

Quizás por que ya no tiene caso
Es que hoy ando descalzo
A tirones me salen las palabras
A tristeza saben las tostadas

Quizás ya no sea el tiempo justo
Para andar diciendo cosas
Ha llegado el tiempo del espanto
A apoderarse de mis cosas.

Quizás por esto y otras
Cuantas tantas cosas
Es que ya no me miras
Como sueles mirar ciertas cosas.


Bar

Me siento en las mesas
De esas que me son ajenas
La tranquilidad de lo innecesario
Me trae a la cabeza algo

Fumo un buen cigarro
En medio de la bruma
Me levanto creo que hablo
Alguien me mira, con cara de ganas.

Me tomo de un solo trago
Todo el licor que pueda
Soportar este baso
Y de mi boca brota una palabra

Y tu nombre resuena
Entre hilos, humo
Licor, sonrisas
Y sueños.



Henrika.

Hoy recuerdo tu amplia frente
Que se asemeja a mi desierto
Quizás sean tus ojos
O tú pelo ondulándose
A la altura de tu pómulo
O el recuerdo de mis labios
Apretados contra tu vientre
El caso es, que no quería esto
No quería un fantasma deambulando
Por mi pobre mente
Anna, serias el sol
Que ahuyenta mi espanto
Pero no puedo pretender
Tener tanto…