martes, octubre 12, 2010

Llego la hora.


Estamos viviendo tiempos de cambios, la ausencia nos trae algo, la falta de acción nos complementa, la mano enguantada deberá de una vez por todas desenmascararse, así ausente ya de retablos el diablo reirá como un niño ríe al golpear una pelota, al pegarle a una piñata. Entonces la revolución como una niña en un columpio nos pedirá más vuelito y será el momento de hacerse pólvora del verbo, deberemos destruir si es necesario para así volver a levantar la casa, deberemos sangrar la sangre para decir que aún seguimos acá, dejar la cama y la oficina, tomar tu mano en mi mano, mirar de frente a la bala que nos traiciona, la que girando va deshaciendo lo humano y más aún deberán ser nuestras voces como bombas destruyendo el letargo, levantando las miradas, tirando muros entre lo propio y lo ajeno y seremos música desde el atardecer a la mañana y seremos el zumbido en sus oídos el resto de sus horas.

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