Bienvenida.
Hay que simplificar lo simple, hay que amanecerse de pura vida, hay que imaginarse lo querido, hay que sangrar la sangre, hay que apretar las manos, hay que parar los relojes, porque hoy es tu simple sonrisa, la que le abre la ventana a la mañana, porque mi sueño me toca la frente helada por el sudor, como la sangre misma para a la herida, porque hoy tus manos me apretan más fuerte que nunca y el tiempo no es más que un recuerdo, que se mezcla con las sabanas mojadas del vino de tu cuerpo, del néctar de tu herida, porque simplemente hoy somos nosotros.
No te vayas.
No te vayas mujer, no me olvides sin recuerdos, no me extrañes cuando estoy contigo, no llores por mis noches, no lamentes lo no sido, no me odies por borracho, ámame simplemente por ser hombre, por se no mas que un montos de prejuicios ante tus juicios mas justos, ante tu llanto que es diluvio. Mujer, no tengo ni siquiera mis respuestas, no me seco ni mis lagrimas, no me hablo como si fuera un amigo, no me quiero ni me aguanto, pero contigo aprendí a querer estar vivo, para simplemente vivirte.
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